Crónica de la 57 Fira del llibre (1ª parte)

 


La cita más esperada del año para libreros, escritores y lectores la Feria del Libro volvió con fuerza en este 2022, aunque con alguna mascarilla, recuerdo de la todavía presente pandemia. Durante los diez días que duró la Feria se programaron infinidad de actividades para todos los públicos, entre ellas la tradicional firma de libros por sus propios creadores, ya sean más o menos conocidos. Y aquí entra La Valencia eterna.

Ha sido mi primera Feria en la que di a conocer La Valencia eterna y también a “venderla”, mejor decir, a dirgirme al público para que se hiciera con un ejemplar firmado con la coletilla de “está incluido en el precio”. En este caso con un descuento del 10% como reclamo para ampliar bibliotecas.


Mi estreno fue el primer sábado por la mañana, día 30 de abril, en la librería Railowsky especializada en fotografía y arte, comandada por el presidente del Gremio de Libreros valencianos Juan Pedro Font de Mora. Casualidad o no, ese día no era una jornada cualquiera, ya que visitaba la feria nada más y nada menos que el President de la Generalitat, Ximo Puig.

Hasta su llegada la mañana no fue muy provechosa, encajonado en el pasillo de entrada y salida, teniendo que salir y entrar cada vez que algún autor, autora o vendedor tenía que dejar por un tiempo la caseta. El librero me indicó muy ingenioso que seguramente ganaría más de portero que vendiendo libros. La Valencia eterna aunque tiene fotos no es un libro de fotografías, por lo que los posibles clientes que se acercaban no les interesaba excesivamente mi libro.

La excusa que más se repetía era la que la aseguraba, “No, es que yo soy de aquí”, dando a entender que siendo valenciano ya se sabe toda la historia, no sólo de la ciudad, sino también de su conjunto monumental. Incluso más adelante alguien me aseguró que sabía todo de Valencia.


Volvamos a esa jornada, en la que el momento especial fue cuando se dirigió Ximo Puig con su séquito hacia donde estaba yo. Le abordé como a cualquier ciudadano, le presenté el libro brevemente y lo compró. Un poco desconcertado por la situación y dos fotógrafos con gigantescos objetivos, le pregunté si quería que se lo firmara y cómo llamarle. Con un simple Ximo está bien.

Ya os podéis imaginar que ya me veía al día siguiente en la portada de los diferentes periódicos locales y pensé que, incluso me podía ir a casa. Pero no. Continué mi actividad, ofreciendo mi libro. Un poco antes de terminar, reconocí a un antiguo compañero de biblioteca municipal con el que coincidía en mis años universitarios. No había cambiado mucho, aunque su situación familiar era diferente con par de hijas pequeñas. Él también se acordó de mi y me compró el libro.

Al día siguiente compré los periódicos en los que, ya no sólo no estaba en la portada, sino que en uno ni siquiera citaba que el president había comprado libros. Por su parte el otro, comentó algunos, pero no el mío. ¿Qué les hubiera costado? Una pena que se sigan lamentando de no vender diarios. Al menos apareció en el blog de la fira.





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